“Más marketing que realidad”
El reciente anuncio de OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT, sobre la construcción de un megacentro de datos en la Patagonia, junto a Sur Energy, despertó entusiasmo en el Gobierno, que lo presentó como un hito para la soberanía tecnológica.
Sin embargo, el periodista y especialista en tecnología Esteban Magnani considera que la iniciativa se sostiene más en la retórica que en hechos concretos.
“Estos sistemas están básicamente automatizados. Una vez que se construyen, necesitás a lo sumo un par de personas para chequear que todo funcione. Por eso, esta promesa de Sam Altman de ‘poner en manos de los argentinos la potencia de la inteligencia artificial’ suena bastante más a marketing que a realidad”, afirmó.
El proyecto, llamado Stargate Argentina, prevé una capacidad de 500 megawatts y una inversión estimada de 20 a 25 mil millones de dólares. Según Magnani, esos números reflejan la escala de la infraestructura, pero también plantean dudas sobre su sustentabilidad.
“Estos gigantescos hangares consumen una cantidad de energía tremenda, y hay que ver si la Argentina tiene un excedente energético para alimentarlos”, señaló.
Consumo descomunal y dudas sobre la energía limpia
Consultado sobre la magnitud del proyecto, Magnani comparó con casos internacionales: “es una inversión grande, porque todos estos data centers que se están construyendo en el mundo son enormes. En Memphis, por ejemplo, se hizo uno con el doble de potencia del que se estaría planificando acá. Requirió 35 plantas móviles de metano, lo que equivale al consumo de una ciudad de 280 mil personas. Si el de acá tuviera 500 MW, sería el equivalente de medio millón de personas en consumo energético. Una barbaridad.”
También puso en duda la promesa de energías renovables: “hablan de energía limpia, lo cual es bastante poco creíble. En Estados Unidos, plantas termoeléctricas que se iban a cerrar se mantienen abiertas por el aumento de la demanda de estos gigantescos data centers.”
Magnani recordó además que los sistemas de refrigeración de estas instalaciones requieren agua potable: “Si usás agua salada o contaminada, se te tapan los caños. Tiene que ser agua bastante limpia, y eso en la Patagonia puede generar conflictos, porque es una región donde el agua no sobra.”
Podés leer nuestra nota sobre el anuncio y la posible localización del proyecto en Neuquén aquí.
Zonas de sacrificio y extractivismo digital
El periodista también se refirió a la lógica de fondo que, según él, atraviesa este tipo de emprendimientos: “lo que estaríamos haciendo, en el mejor de los casos, es exportar energía. Recibir una inversión en infraestructura, pero el valor agregado de estos data centers, si alguna vez se comprueba que son rentables, va para el norte global. Lo que queda acá es una reproducción de la lógica de producción de bienes primarios: energía y un pedazo de tierra.”
Magnani advirtió que, bajo el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), los beneficios para el país serían mínimos: “no veo que implique un desarrollo tecnológico ni que deje mucho acá. De esos 25 mil millones de dólares, un porcentaje menor se va a usar para construir la infraestructura y después se pagará una cuenta de luz muy baja. No mucho más.”

“Es un anuncio con fines políticos”
Para Magnani, el video de Sam Altman, el CEO de OpenAI, y la presentación ante Milei fueron más un gesto de marketing que un proyecto real: “esto es mucho más un anuncio con fines políticos. Si ves el video, Altman lee un texto a la noche, cansado, tropezando. No sale en ningún diario estadounidense. Lo único que hay es su palabra. Y como muchos tecnólogos, vive de ‘sobreprometer’: promete la cura del cáncer, resolver el cambio climático, todo para juntar dinero y construir estas gigantescas granjas de servidores.”
El periodista también advirtió sobre el contexto financiero detrás del auge de la inteligencia artificial: “los ingresos que genera la IA generativa están muy lejos de cubrir los costos. Se habla de una burbuja en la economía estadounidense que, si explota, puede afectar incluso al sistema financiero global.”

Desconfianza y futuro desigual
Al ser consultado sobre el futuro de estas tecnologías, Magnani fue claro: “no creo que vayamos a ser Terminator (la película de 1984, en la cual las máquinas dominan el mundo), al menos no pronto. Antes vamos a tener otros problemas: desocupación, daño ambiental, concentración de recursos, desigualdad y deslegitimación política. No hace falta un robot asesino para eso: el neoliberalismo tecnológico ya está haciendo ese trabajo.”
Y concluyó con una advertencia sobre la actitud necesaria frente al discurso tecnoutópico: “una sana desconfianza es lo más necesario. Nos dicen que si no nos subimos a este tren somos retrógrados, pero la experiencia y los datos invitan a ser muy desconfiados con respecto a esta industria.”
No te pierdas la entrevista completa de Dante Lobos a Esteban Magnani en Otra vuelta de tuerca.
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