«Sabores que Resisten»: Dos amigas y el sueño que hornearon en Esquel

En una ciudad donde emprender parece una verdadera hazaña, dos amigas decidieron dar un salto de fe y crear algo propio.

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Así nació “Sabores de la Montaña”, una pastelería que no solo ofrece productos únicos, sino que también cuenta una historia de amistad, perseverancia y esperanza en medio de la crisis económica.

Un sueño amasado con fe
Nora soñaba con tener una panadería desde pequeña. Sin cursos ni maestros, aprendió con libros, equivocándose, pero siempre volviendo a intentarlo. “Si Dios quiere que me vaya bien, que aparezca el local”, pensó un día. Y el local apareció. Valeria, su amiga y colega, se sumó al desafío: “No quiero arrancar sola. ¿Te animás?”

Emprender en tiempos difíciles
Abrir un negocio en medio de la incertidumbre no fue fácil. Ambas renunciaron a trabajos seguros para jugársela por algo propio. Hoy, “Sabores de la Montaña” se ha convertido en un lugar que respira calidez y aromas irresistibles, donde cada factura es un símbolo de esfuerzo.

Sabores únicos
Entre las opciones más elegidas están las medialunas frescas y las facturas del día, pero el verdadero hit de la casa son las tortas fritas rellenas con jamón y queso, una propuesta que conquista a vecinos y turistas. Además, ofrecen giescones, tau jaldre y otras delicias que nacen del amor por lo casero.

“Sabores de la Montaña” está en Roggero 688, casi esquina Mitre, Esquel.
Las esperan con los brazos abiertos… y el pan recién salido del horno.

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